Pisco Sour
jueves, enero 08, 2004
 
Fucking gringos puñeteros
1. Se les ocurre escribir todas las fechas con el mes antes que el día, cuando tooodo el mundo (al menos todo el que me importa) lo hace al revés.
2. Arrogante y estúpidamente se rehúsan a usar el sistema métrico. En vez de eso tienen sus fucking pulgadas y millas y libras y huevadas estúpidas.
3. Tampoco pueden medir la temperatura en Celsius, no, ellos usan Farenheit.
4. Y claro, ahora con su estúpido fingerprinting, quieren tomarle huellas digitales a todos los foreigners que entren a su país porque si, todos pueden ser criminales. Big Brother is watching. Mother fuckers. Go Brazil, donde la gente tiene huevos, o boleiros, para protestar y hacerles lo mismo a los fucking gringos puñeteros.

So you think you wanna hit me? Well now we're gonna hit you back.


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domingo, enero 04, 2004
 
Post-fiestas update
Tras prolongada ausencia he retornado. Para comenzar, felices fiestas para todos, feliz avidad, hannukah, kwanzaa (si es real, en todo caso), Saturnalia, fiesta de Io, fiesta del Sol, solsticio de invierno, feliz año nuevo, feliz año viejo, y cualquier otra cosa que quieran celebrar. Espero que la hayan pasado bien, hayan comido y chupado harto, y todo lo usual, ustedes saben.

Ahora que por fin ha terminado toda la euforia y el alboroto de las fiestas puedo volver a lo usual, como actualizar mi blog que ya se estaba empolvando. Uy, tanto que contar, para bien y para mal. Así que mejor me abstengo, y como siempre, pienso en abstracto para confundir a todos. Porque descubrí una vocación de pseudo-aventurero a la vez que navegaba un convoy desde la luna hasta la playa, pero eso es historia del pasado que con suerte se podrá publicar en el futuro. En cualquier caso, y sin pisco, siempre hay coyunturas cuando uno debe enfrentarse en un mismo momento dado a su pasado, a su presente y a su futuro, a veces obligado a decidir, las más esquivacadamente, que ruta o desruta quiere tomar con mochila al hombro y tirando dedo hacia el infinito. Por supuesto, en medio de una tormenta de arena, para añadirle dramatismo realista.

Por eso odio las fiestas, porque inevitablemente acarrean esa coyuntura, más aún las últimas, que coinciden en espacio y tiempo con memorias y proyecciones de cosas que fueron o que podrían ser (porque el futuro perfecto es en verdad imperfecto, una ilusión, decir serán sería arrogante de mi parte) pero también bajo el apabullamiento del martillo sicológico del tiempo presente, inclemente incesante imperturbable de la realidad que no nos molestamos en evitar hasta que ya era muy tarde. (Cue "Maxwell's Silver Hammer", The Beatles)

El balance es, entonces, inconcluso, porque la inacción ahora tan rechazada no tiene un curso certero hacia cual desviarse: será quemar el último cartucho, jugársela toda, la carne la piel el deseo el amor el sentimiento y el hambre y el etcétera, será correr cobardemente como somos tan buenos en hacer, será un hit and run lejos muy lejos donde seamos difíciles de encontrar incluso por nosotros mismos, será un dejarlo todo atrás y buscar nuevas opciones que sonríen inocente y provocativamente, será quedarse sentado y podrirse lentamente en una silla reclinable, escuchando algún tipo de música depre y sin molestarse en cambiar el rumbo de la Tierra. ¡Pero yo soy yo! Me rehúso a caer sin pelear, me rehúso a caer, pero muchas batallas he perdido y he huido a los montes, a esconderme de los ejércitos de mi propia voluntad y de las verdades de un imperio en decadencia que no sabe terminar de apagar sus antorchas. ¿Existirá esperanza para los remanentes del reino, existirá esperanza para la playa, para los navíos, para la luna que contempla llorosa la acción e inacción del mundo (porque the world is a stage, cierto), existirá esperanza para nosotros, viles plebeyos que contemplamos con ojos bien abiertos la belleza de la humanidad, o de algunos elementos de ella, o de ella, y soñamos con la era en que seamos, seremos, o fuimos, dioses? Alcanzar el Olimpo . . .

Porque si hay algo cierto acerca del tiempo, es que no arde bajo o sobre el fuego. Lo cual me lleva a pensar que es tal vez de ahí que nace la esperanza, del tiempo que no se quema, pero está sobre el fuego. Quién sabe . . . tal vez sería mejor arder. Por todo eso odio las fiestas, aunque claro, hay unas mejores que otras. Tengo mucho que pensar, y aún mucho más que aclarar. Los mantendré actualizados.



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