Pisco Sour
sábado, febrero 12, 2005
 
Yo soy mi propio copyright
Una interesante controversia se ha desatado en los últimos días en torno a la más reciente inauguración de la ciudad de Chicago, el Millenium Park, un espacio público de 100,000 metros cuadrados a un costo de $475 millones. La contoversia surge a partir de una escultura en el parque, el Cloud Gate, popularmente conocido como "The Bean", precisamente por su forma de frejol. Se trata de una estructura de tres pisos de alto hecha a partir de metal reflexivo, que refleja el parque y la ciudad a su alrededor de una manera fascinante.



La controversia surge a partir de que a un fotógrafo le es prohibido tomarle fotos al frejol por guardias del parque. Al contactar con autoridades de la municipalidad de Chicago, se enteró de que estaba prohibido tomarle fotos a la escultura porque eso iba contra el copyright del artista original, y que cualquier reproducción con fines comerciales del maldito frejol debían contar con su autorización. Surge entonces el conflicto: ¿cómo puede una escultura, mantenida con fondos públicos en un parque público, no estar dentro del dominio público? ¿Cómo puede alguien impedirle a toda la población de una ciudad tomarle fotos a una escultura por la que ellos mismos están pagando? El asunto se ha convertido para muchos en una desesperada cruzada por salvar lo poco que nos queda del espacio público como auténticamente público.

Primero me encontré con esta noticia en Slashdot, donde la discusión al respecto aún continúa, pero donde se me ocurrió teorizar lo siguiente: que quizás todo esto es parte de la intención original del autor. Por supuesto, no sé quién es el autor ni si ello tendría sentido, pero podría ser todo un trabajo conceptual cuyo verdadero objetivo es la controversia resultante y no la obra misma, para forzar la discusión y la toma de conciencia en torno al tema de la propiedad intelectual draconiana y el espacio público. Esto posibilidad podría verse apoyada por dos factores. Primero, la reacción por parte de la comunidad. Los bloggers de Chicago han tomado, como una especie de desobediencia civil, la medida de tomar todas las fotos que puedan de The Bean y publicarlas por todo Internet, un esfuerzo que por supuesto se ha visto rápidamente extendido. Segundo, la obra misma. La escultura hecha a partir de metal reflexivo es una invitación en sí misma a la copia de su entorno, y como muchos han sugerido en broma, a exigirle lo mismo que trata de exigir a los demás. La obra misma copia todo lo que la rodea, bien podría ser una burla total hacia el sistema sobre el cual se ampara como "propiedad intelectual".

No tengo ahorita forma de saberlo, en verdad, así que lo dejo abierto tan sólo como una posibilidad, que claro, quisiera fuera la que finalmente tomara forma, si no todo esto sencillamente me sería totalmente estúpido. Pero en fin, peores cosas pasan todos los días, supongo. En fin, veremos cómo se resuelve finalmente todo este asunto: arte conceptual, o sencillamente aberraciones del sistema.
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