Pisco Sour
lunes, agosto 15, 2005
 
Frank Miller, Elcine, el fin de la civilización
El sábado pasado, si no me equivoco, a medianoche, hubo una función especial de "Sin City", la película de Robert Rodríguez basada en la novela gráfica de Frank Miller (como todos sabemos, "novela gráfica" es un eufemismo grandificante para "cómic", aunque me consta que existe una sutil, aunque perceptible, distinción), en el Noveno Encuentro Latinoamericano de Cine Elcine que organiza la PUCP. Fue repentino y espontáneo, pues al parece no aparecía en el programa original, así que, como podrán asumir, no fui. Pero en frustración me bajé la colección completa de Sin City en su formato original, y no contento con eso, y profundizando un poco en la obra de Frank Miller, me bajé también su versión de Batman en "The Dark Knight Returns".

Ahora, no he leído todavía de Sin City más que algunos pedazos, pero por lo menos TDKR es increíble. Es la visión que inspiró las películas de Tim Burton, y realmente es una visión oscura, patética, patológica, y claro, deliciosa del personaje, como debe ser. Sin City, lo poco que he leído hasta ahora, es también impresionante, y aunque conozco muy poco del tema, es como si abrieran por completo una nueva dimensión de lo que el género y el formato permiten. Pero claro, esos son, seguro, mis comentarios ignorantes.

En cualquier caso, había varias cosas interesantes que ver en el festival, pero como he desperdiciado mis vacaciones siendo esclavo de un ente inútil y putrefacto que no hace más que destruirme la vida, no he tenido la oportunidad de ir a ver casi nada. Lo único que sí vi fue "Casi Dos Hermanos", película brasilera en competencia que cogí en la última función en el rehabilitado cine Metro en el centro de Lima, lo cual todo en conjunto fue realmente una experiencia fascinante. El cine viejo, el suelo de madera, las butacas rojas, la mezzanine y el sonido del proyector, era algo distinto, algo más personal. La película muy buena, aunque eso sí, una de esas destructoras de esperanza que terminan por convencerlo a uno de que la vida en este planeta es inviable, y que somos un error estadístico.

Para los interesados, por si acaso, ya está el programa para esta semana, la última post-festival, con una selección de lo mejor. El programa, sin embargo, no está en su página web, así que asumo tendrán que buscarlo en el Centro Cultural de la PUCP.

¿El fin de la civilización? Ningún otro que la civilización misma, al parecer, todo este asunto de no sé cuántos miles de millones de años de evolución obviamente no nos ha servido de mucho. El mito del eterno retorno, o lo que fuera, eventualmente buscar plausibles consolaciones en esos pequeños detalles, Serrat, son aquellas pequeñas cosas que nos dejó el tiempo de rosas en un rincón, en un papel o en un cajón. Asistir a estúpidas reuniones, a patéticos quehaceres donde hablamos y hablamos contra paredes, todo para que nos dejen sentados como estúpidos mientras uno ve la esperanza de que algo funcione en este planeta pararse y salir por la puerta, perfectamente amparada en toda legalidad vigente. Legalidad mis bolainas.

Terminaremos por matarnos todos, probablemente. En fin, en el entretiempo tendremos cine y novelas gráficas, y aquellas pequeñas cosas, claro, también, la llave a la salvación del reino, si tal cosa existe. La excusa para vivir un poquito más, para detener el holocausto, para no apretar el botón rojo.
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